domingo, 8 de mayo de 2016

Al diablo con las buenas intenciones - Ivan ILLICH

Quiero traer aquí este discurso de Ivan ILLICH frente al CIASP (Conference on InterAmerican Student Projects) en Cuernavaca, Morelos (México) el 20 de abril de 1968.

Puede descargarse en pdf en esta página, donde están accesibles otras obras suyas: http://www.ivanillich.org.mx/libros.htm

Ivan Illich es una de esas personas que ha sido despreciada por la Academia y condenada, no a la invisibilidad (eso tal vez puede venir hasta bien en algunos casos), sino que es despreciada sistemáticamente e insultada con valoraciones más que parciales de fragmentos descontextualizados de su obra. Su obra más conocida es "La Sociedad Desescolarizada", obra de la que el propio Illich escribió lo siguiente (algo que no suele mencionarse cuando se critica esta obra):

"Para esclarecer mi alegato en favor de esta investigación nueva, explicaré los pasos que me condujeron a mi postura actual. A esos efectos, comenzaré por criticar mi propio libro Deschooling society (Desescolarizar la sociedad) (1973), por la ingenuidad de sus enfoques. Mi aventura se inició hace dieciséis años, en momentos en que estaba por aparecer ese libro. Durante los nueve meses en que el manuscrito estuvo en la editorial, me fui sintiendo cada vez más disconforme con su texto, el cual, dicho sea de paso, no propugnaba la eliminación de las escuelas. Este malentendido se lo debo a Cass Canfield, el propietario de Harper, quien le puso el título a mi libro y al hacerlo tergiversó mis ideas. El libro aboga, en cambio, por la eliminación del carácter oficial de las escuelas en el sentido en que se eliminó el carácter oficial de la iglesia en Estados Unidos. Pero lo que yo proponía era la "eliminación del carácter oficial de las escuelas" por el bien de la educación, y en eso, según advertí, radicaba mi error. Me di cuenta entonces de que mucho más importante que eliminar el carácter oficial de las escuelas era invertir aquellas tendencias que hacen de la educación una necesidad apremiante antes que una oferta de esparcimiento gratuito. Había comenzado a temer que la eliminación del carácter oficial de la iglesia educativa condujera a un fanático resurgimiento de muchas formas de educación degradadas. Norman Cousins publicó mi retractación en el Saturday Review en la misma semana en que apareció mi libro. Allí, yo planteaba que la alternativa a la escolaridad no es algún otro tipo de organismo educativo ni algún plan para introducir oportunidades educacionales en todos los aspectos de la vida, sino una sociedad que promueva una actitud diferente hacia las herramientas" (extraído de Un alegato en favor de la investigación de la cultura escrita lega, publicado en el libro de David R. Olson y Nancy Torrance (comp.) (1998). Cultura escrita y oralidad, y reeditado por nosotr@s para el cuadernillo Desempoderamiento, Juego y Oralidad, en 2015).

A finales de 2015 conocí la casita donde vivió Ivan Illich en la subida pedregosa de Ocotepec, una comunidad oficialmente dentro de la ciudad de Cuernavaca, pero que tiene sus propias normas comunitarias, autogestionadas colectivamente por l@s comuner@s.

Casa de Ivan ILLICH en Ocotepec (Cuernavaca, Morelos, México)


Ayer estuve leyendo su discurso "Al diablo con las buenas intenciones", algo que aún no había leído y me impactó en muchos sentidos. De alguna manera estaba defendiendo el desempoderamiento científico y comunitario, aunque no le diera ese nombre, y lo estaba haciendo con la importancia que merece cuando se vive en un lugar en el que la vida y la muerte están entrelazadas, donde las multinacionales y los grandes narcos tienen a sus sicarios para poner tremendamente difícil vivir en armonía con el entorno social y natural. Desde los despachos universitarios no se siente el mal generado por muchas de nuestras propuestas, teorizaciones y evaluaciones, nuestros proyectos de investigación y de cooperación al desarrollo.

Mientras iba leyendo el discurso, me puse a imaginar... ¿cómo sacó Ivan el coraje de decir todo esto de seguido, sabiendo que se estaba enfrentando a la audiencia? ¿Cómo sonaría su voz? ¿Qué cara iría poniendo la gente que lo estaba escuchando? ¿Habría habido aplausos al final? ¿Alguien preguntaría algo cuando terminó la exposición?... Desgraciadamente, no estamos habituad@s en nuestros congresos a escuchar discrepancias, nada más que matices, un quitadeaquí, un ponmásdeestoporacá... Por eso, este discurso me ha conmovido en el fondo y en la forma, en el contexto donde lo dio y por su actualidad, aunque él lo leyese en 1968. Y es que Ivan Illich fue un visionario en tantos aspectos de la vida que impresiona.

Al diablo con las buenas intenciones

Discurso de Ivan ILLICH frente al CIASP (Conference on InterAmerican Student Projects) en Cuernavaca, Morelos (México) el 20 de abril de 1968.

En las conversaciones sostenidas hoy, me impresionaron dos cosas que quiero comentarles antes de presentarles mi discurso preparado: Me impresionó que reconocieran que la motivación de los voluntarios estadounidenses en otros países proviene en su mayor parte de sentimientos y conceptos muy alienados. De igual manera, me impresionó por lo que llamo un paso hacia adelante entre los que quieren ser voluntarios como ustedes: están abiertos a la idea de que lo único por lo que se puede ser voluntario en America Latina es la falta de poder voluntaria, presencia voluntaria como receptores y como tales esperamos que estén amados o adoptados, sin ninguna posibilidad de regresar el regalo.

Me impresionó también la hipocresía de la mayoría de ustedes: la hipocresía de la atmósfera que domina aquí. Lo digo como un hermano que habla con sus hermanos y hermanas. Lo digo contra mucha resistencia dentro de mí mismo, pero se debe decir. Su conocimiento, su estar abierto a las evaluaciones de los programas del pasado, los convierte en hipócritas dado que (la mayoría de) ustedes ha decidido pasar el próximo verano en México y, por ello, no están dispuestos a explorar lo suficiente respecto a la reevaluación de su programa. Cierran los ojos porque quieren seguir adelante y no lo podrían hacer si se fijaran en algunos detalles. Es posible que esta hipocresía es inconsciente en la mayoría de ustedes. Intelectualmente están listos para reconocer que las motivaciones que pueden haber legitimado las acciones de voluntarios fuera de los Estados Unidos en el 63, no pueden ser invocados para la misma acción en el 68. El comienzo de la década, para los estudiantes estadounidenses bien situados las 'vacaciones con missión' entre mexicanos pobres era 'la' cosa que había que hacer: la preocupación sentimental por la recién descubierta pobreza al sur de la frontera, combinada con una ceguera total frente a la pobreza mucho peor en casa justificaban tales excursiones benevolentes. El conocimiento intelectual de las dificultades de una acción voluntaria fructífera no había desilusionado al espíritu de los Cuerpos de Paz Voluntarios al estilo papal o con estilo propio. Hoy en día, la existencia de las organizaciones como la vuestra es una ofensa para México.

Quería hacer esta declaración para explicar por qué me siento mal acerca de ello y para despertar su consciencia acerca de que las buenas intenciones no tienen mucho que ver con lo que estamos discutiendo aquí. Al infierno con las buenas intenciones. Esta es una declaración teológica. Con sus buenas intenciones no ayudarán a nadie. Hay un dicho irlandés que reza que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.

La frustración que la participación en los programas CIASP puede significar para ustedes podría llevarlos a nuevos conocimientos: que los mismos estadounidenses pueden recibir el regalo de la hospitalidad sin la menor capacidad de pagar por ella, o el conocimiento que para algunos regalos ni siquiera se puede decir "gracias".

Ahora paso a mi disurso preparado.

Señoras y Señores, durante los últimos seis años me he hecho famoso por mi creciente oposición a la presencia de algún y todos de los 'buenhechores' estadounidenses en Latino América. Estoy seguro que saben de mis esfuerzos actuales para obtener la retirada voluntaria de todos los ejércitos de voluntarios estadounidenses de Latino América - misionarios, miembros de los Cuerpos de Paz y grupos como el de ustedes, una 'división' organizada para la invasión benevolente de México. Ustedes estaban conscientes de estas cosas cuando me invitaron entre todos los asistentes a ser el orador prinicipal de su convención anual. Esto es asombroso: Solo me queda concluir que su invitación significa una de al menos tres cosas: Algunos de entre ustedes pudieran haber llegado a la conclusión de que la CIASP debería o disolverse o bien sacar la promoción de ayuda para los mexicanos pobres de sus propósitos institucionales. Por ello me podrían haber invitado para ayudar a otros a llegar a la misma decisión. También me podrían haber invitado para aprender cómo tratar con las personas que piensan de la misma manera que yo - cómo discutir exitosamente con ellos. Ahora es cosa común que se invite a los portavoces del movimiento Black Power para que se dirijan a los Clubes de Leones. Siempre es necesario incluir a una 'paloma' en la discusión pública organizada para aumentar la beligerancia de los E.U.

Finalmente, me podrían haber invitado, esperando que serían capaces de estar de acuerdo con la mayor parte de lo que digo y luego seguir adelante con la buena fe y trabajar durante este verano en los pueblos mexicanos. Esta última posibilidad está abierta solamente para aquellos que no escuchan o que no pueden entenderme. No vine aquí para pelear. Estoy aquí para decirles y, en lo posible, convencerlos y espero detenerlos de imponerse pretenciosamente sobre los mexicanos. Tengo una profunda fe en la enorme buena voluntad del voluntario estadounidense. Sin embargo, su buena fe se puede explicar usualmente solo mediante una falta abismal de delicadeza intuitiva. Por definición no pueden ayudar siendo, en última instancia, vendedores del "American Way of Life" de la clase media que están de vacaciones, ya que ésta es la única vida que conocen realmente. Un grupo como éste no pudo haberse desarrollado a menos de que un sentimiento común lo hubiera apoyado: la convicción de que cualquier verdadero americano debe compartir los regalos de Dios con sus compañeros más pobres. La idea de que cada uno de los americanos tiene algo que dar y que siempre tiene permiso, puede y debería darlo, explica cómo se les ocurrió a los estudiantes que pudieran ayudar a 'desarrollarse' a los campesinos mexicanos, pasando unos cuantos meses en sus poblados. Naturalmente, esta convicción sorprendente fue apoyada por los miembros de una orden misionaria que no tendrían razón de ser a menos de que tuvieran la misma convicción - con excepción de una mucho más fuerte. Ha llegado el momento de curar a ustedes de este mal.

Ustedes y los valores que representan son el producto de una sociedad americana de hacedores y consumidores, con su sistema de dos partidos, su sistema escolar universal y su flujo de carros de familia. Son últimada-conscientemente o inconscientemente 'vendedores' para un balet despistador de ideas de democracia, igualdad de oportunidades y la empresa libre entre personas que no tienen la posibilidad de beneficiarse de ellas.

Después del dinero y las armas, el idealista estadounidense es el tercer bien de exportación más grande de los Estados Unidos. Éste aparece en cualquier teatro del mundo: el maestro, el voluntario, el misionario, el organizador de la comunidad, el desarrollador económico y los vacacionistas buenhechores. Idealmente, estas personas definen su rol como el de servicio. En realidad terminan frecuentemente aliviando el daño causado por el dinero y las armas o 'seduciendo' a los 'subdesarrollados' con los beneficios del mundo de prosperidad y logros. Tal vez para las personas estadounidenses ha llegado el momento de llevar a casa el conocimiento que el tipo de vida que han elegido no está lo suficientemente vivo como para ser compartido.

Ahora debería ser evidente para todos los americanos que los Estados Unidos están metidos en una tremenda lucha por sobrevivir. Los Estados Unidos no pueden sobrevivir si el resto del mundo no está convencido de que aquí tenemos el cielo en la tierra. La sobrevivencia de los Estados Unidos depende de que todos los así llamados 'hombres libres' acepten que la clase media estadounidense 'la hizo'. El tipo de vida de los estadounidenses se ha convertido en una religión que debe ser aceptada por todos aquellos que no quieren morir por la espada - o por el napalm. En todo el mundo, los Estados Unidos lucha para proteger y desarrollar por lo menos una minoría que consume lo que la mayoría estadounidense puede pagar. Este es el propósito de la Alianza para el Progreso de la clase media que los Estados Unidos firmaron con América Latina hace algunos años. Sin embargo, esta alianza comercial a menudo debe ser protegida con armas que permite a la minoría que logra 'hacerla' proteger sus adquisiciones y logros. No obstante, las armas no son suficiente como para permitir que la minoría gobierne. Las masas marginadas se vuelven agrestes a menos de que se les proporcione un credo o una creencia que explique el estatus quo. Esta tarea le es asignada al voluntario estadounidense - sea éste un miembro de la CIASP o un trabajador del así llamado 'Programa de Pacificación' en Vietnam (u otras partes del mundo). Los Estados Unidos está involucrado actualmente en una lucha de tres frentes para afirmar sus ideales de una democracia orientada hacia la adquisición y el logro. Digo 'tres' frentes dado que tres grandes áreas del mundo están desafiando la validez de un sistema político y social que hace aún más ricos a los ricos y que margina paulatinamente a los pobres. En Asia, los Estados Unidos están amenazados por un poder establecido: China. Los Estados Unidos se oponen a China con tres armas: Las diminutas élites asiáticas que no podrían tener mejor suerte que una alianza con los Estados Unidos; una inmensa máquina de guerra para detener a los chinos de 'tomar el poder', como se dice comúnmente en este país y; la reeducación forzada de las así llamadas personas 'pacificadas'. Aparentemente, los tres esfuerzos están fallando. En Chicago los fondos para combatir la pobreza, las fuerzas policiacas y los predicadores parecen de no avanzar con sus esfuerzos, constatando la falta de voluntad de la comunidad negra de esperar la integración graciosa al sistema. Finalmente, en América Latina la Alianza para el Progreso ha tenido bastante éxito con respecto al aumento de personas a quienes no podría irles mejor - las diminutas élites de las clases medias - y ha creado condiciones ideales para las dictaduras militares. Anteriormente, los dictadores estaban al servicio de los dueños de las plantaciones, ahora protegen a los nuevos complejos industriales.

Y finalmente, ustedes vienen a ayudar al vencido a aceptar su destino dentro de este proceso!

Todo lo que harán en un poblado mexicano será crear el desorden. En el mejor de los casos, pueden intentar convencer a las chicas mexicanas de que deberían casarse con un joven exitoso, rico, con un cosumidor que padece una falta tan grave de respeto por la tradición como cualquiera de ustedes. En el peor de los casos, con su espíritu de 'desarrollo de la comunidad' crearán los suficientes problemas para que alguien sea matado a tiros de pistola después de que terminen sus vacaciones y de que se apresuren a regresar a sus barrios de clase media donde sus amigos hacen bromas sobre los 'espaldas mojadas'.

Comienzan su tarea sin ningún entrenamiento. Hasta el Cuerpo de Paz gasta alrededor de $10,000 por cada miembro del Cuerpo para ayudarle a adaptarse a su nuevo ambiente y para protegerlo del choque cultural. Qué raro que nadie nunca pensó en gastar dinero para educar a los mexicanos pobres para protegerlos del choque cultural de conocerlos a ustedes. De hecho, ni siquiera pueden encontrarse con la mayoría a la que pretenden servir en América Latina - aún si hablaran su idioma, lo que la mayoría de ustedes no es capaz de hacer. Pueden dialogar solamente con aquellos que se parecen a ustedes - imitaciones latinoamericanas de la clase media norteamericana. Para ustedes no hay manera de encontrarse realmente con los subprivilegiados, dado que no existe una base común para que ustedes se encuentren. Permítanme explicar esta declaración y explicar también por qué la mayoría de los latinoamericanos con quienes ustedes podrían establecer una comunicación, estarían en desacuerdo conmigo. Supongan que este verano irían a un gueto estadounidense donde intentarían a ayudar a los pobres de ahí a 'ayudarse ellos mismos'. Pronto les escupirían o se reirían de ustedes. Las personas ofendidas por sus pretensiones los golpearían o les escupirían. Las personas que entienden que la mala consciencia de ustedes los avientan a este gesto estarían riéndose condescendentemente. Pronto se les aclarará su irrelevancia entre los pobres, su estatus de estudiantes universitarios de clase media con una asignatura de verano. Se les rechazaría contundentemente, sin importar si su piel es blanca - como son las caras de la mayoría aqui presente - o morena o negra como algunas pocas excepciones que de alguna manera se infiltraron aquí.

Sus reportes sobre su trabajo en México que me envían tan amablemente sudan autocomplacencia. Sus reportes sobre el verano pasado comprueban que ni siquiera eran capaces de entender que su buenhacer en un poblado mexicano es aún menos relevante de lo que sería en un gueto estadounidense. No solamente hay un abismo entre lo que ustedes tienen y lo que los otros tienen, abismo aún más grande que aquel que existe entre ustedes y los pobres en su propio país. También hay una distancia incomparablemente mayor entre lo que sienten y lo que los mexicanos sienten. Esta diferencia es tan grande que en un poblado mexicano ustedes como americanos blancos (o culturalmente americanos blancos) se pueden imaginar en la misma situación que vivía un predicador blanco cuando ofrecía su vida cuando se dirigía a los esclavos negros en una plantación en Alabama. El hecho de que vivan en chozas y que coman tortillas durante unas cuantas semanas solo hace un poco más pictórico a su grupo bien intencionado. Las únicas personas con quienes pueden aspirar a establecer una comunicación son algunos miembros de la clase media. Y recuerden, por favor, que dije 'algunos' , referiéndome a una diminuta élite en América Latina.

Ustedes vienen de un país industrializado tempranamente que ha logrado integrar a la mayoría de sus ciudadanos a la clase media. En los Estados Unidos el haber terminado el segundo año de la universidad no es ninguna distinción social. De hecho, la mayoría de los americanos tienen ahora este tipo de escolaridad. En este país, cualquiera que no haya terminado la preparatoria es considerado como subprivilegiado. En América Latina, la situación es bastante diferente: el 75 % de la población abandona la escuela antes del sexto año. Consecuentemente, las personas con la preparatoria terminada forman una pequeña minoría. Luego, una minoría de esta minoría continua su educación y se inscribe en alguna universidad. Entre estas personas encontrarán a sus educativamente iguales. Al mismo tiempo, una clase media es la mayoría en los Estados Unidos. En México, es una élite diminuta. Hace siete años, su país comenzó y financió una así llamada 'Alianza para el Progreso'. Fue una 'Alianza' para el 'Progreso' de las élites de la clase media. Ahora bien, entre los miembros de esta clase media encontrarán a las pocas personas dispuestas a pasar su tiempo con ustedes. Y son, coincidentemente, aquellos 'niños buenos' a quienes también les gustaría calmar a sus consciencias agitadas, 'haciendo algo bonito para la promoción de los pobres indígenas'. Naturalmente, cuando ustedes y sus contrapartes mexicanas se encuentren, se les dirá que están haciendo algo valioso, que se están 'sacrificando' para ayudar a los otros. Y será el sacerdote extranjero el que confirmará especialmente la imagen que ustedes tienen de ustedes mismos. Después de todo, su subsistencia y el sentido de su propósito depende de su firme creencia en una misión de año completo del mismo tipo que la misión de verano de ustedes.

Existe el argumento de que algunos voluntarios que regresaron habían obtenido una visión del daño que han hecho a los otros y que, por ello, se convierten en personas más maduras. Sin embargo, se menciona menos frecuentemente que la mayoría de ellos están ridículamente orgullosos de sus 'sacrificios de verano'. Posiblemente también hay algo de cierto en el argumento de que los hombres jóvenes deberían ser promiscuos por una época, para darse cuenta de que el amor sexual es más bello en una relación monógama. O que la mejor manera de liberarse del LSD es intentarlo por un rato. O que la mejor manera de entender que su ayuda en el gueto no es necesaria ni solicitada es intentarla y fallar. No estoy de acuerdo con estos argumentos. El daño que los voluntarios causan involuntariamente, es un precio demasiado alto por reconocer que, en primer lugar, no deberían haber sido voluntarios. Si tienen el menor sentido de la responsabilidad, quédense en casa con sus revueltas. Esperen las siguientes elecciones: Sabrán lo que hacen, por qué lo hacen y cómo comunicar con aquellos con quienes hablan. Y sabrán cuando fallen. Si insisten en trabajar con los pobres, si esa es su vocación, entonces trabajen con los pobres que les puedan decir que se vayan al diablo. Es increíblemente injusto para ustedes imponerse en un poblado donde ustedes están tan sordos y mudos, lingüisticamente hablando, que ni siquiera entienden lo que están haciendo o qué piensan las personas de ustedes. Y es un daño profundo para ustedes cuando definen algo que quieren hacer como 'bien', 'un sacrificio' o 'ayuda'.

Estoy aquí para sugerirles que renuncien voluntariamente a ejercer el poder que tienen por ser americanos. Estoy aquí para recomendarles de renunciar consciente, libre y humildemente al derecho legal que tienen de imponer su benevolencia a México. Estoy aquí para desafiarlos a reconocer su incapacidad y su falta de poder para hacer el 'bien' que intentan hacer. Estoy aquí para recomendarles usar su dinero, su estatus y su educación para viajar en América Latina. Vengan a ver, vengan a escalar nuestras montañas, disfruten nuestras flores. Vengan a estudiar.

Pero no vengan a ayudar.
Al diablo con las buenas intenciones
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