sábado, 12 de noviembre de 2016

Fíjate qué historia: un hombre libre


En Poema Pedagógico, Antón Semiónovich Makárenko (1888-1939) relata en primer plano su experiencia en lo cotidiano como director de la colonia Gorki, un centro-comuna fundado para que allí jóvenes delincuentes encuentren caminos de desarrollo distintos a los ya trazados hacia un infierno seguro. Y lo hace con una narración humilde, interesante, viva... Aún no he acabado su lectura porque la estoy disfrutando, página a página.

Pero quería compartir aquí este pasaje, no se me ocurre una mejor forma de narrar lo que es una persona libre desde la perspectiva del desempoderamiento, un pasaje que no solo está bien narrado sino que además ¡¡¡no es ficción!!! Se habla mucho de utopía cuando en realidad hay mucha gente que es libre incluso en situaciones adversas, gente que no deja conducirse por el Poder y que comprende la vida desde las formas de relación. Lo que me resulta más emocionante aún es cómo me recuerda esta persona que llegó a la Colonia Gorki sobre 1925 a Javier Encina, otro calendario, otro lugar... fíjate qué historia... será que las formas de relación humanas no dependen de territorios ni horarios, sino de tiempos y espacios...

Es una libertad desde la construcción colectiva, los cuidados, el decrecimiento, la alegría, la esperanza, la autonomía e interdependencia y la confianza...

I. LA JARRA DE LECHE 


[...]

Todos en la comuna estimaban a Silanti. También Olia Vóronova le trataba con mucha simpatía. Y ahora se aproxima cariñosamente hacia Silanti, y él vuelve hacia ella, como hacia el sol, su rostro ancho, iluminado por una sonrisa.

-¿Qué dices, guapa?

-Tú, Silanti, lo ves todo a la antigua. A la antigua. Pero alrededor de ti todo es nuevo.

Silanti Semiónivich Otchenash llegó a la colonia no se sabía de dónde. Simplemente del espacio mundial, libre de cosas y de trabas. Trajo consigo una camisa de lienzo sobre los hombros, unos viejos pantalones agujereados en torno a las piernas descalzas y nada más. Y ni siquiera un palo en las manos. En este hombre libre había algo peculiar, que encantó a todos los colonos y que los obligó a hacerle entrar con gran entusiasmo en mi despacho.

-¡Antón Semiónovich, vea usted qué hombre ha venido!

Silanti me miró con interés sin dejar de sonreír a los pequeños, como un viejo conocido.

-¿Este, según se dice, es vuestro jefe?

A mí también me agradó en el acto.

-¿Tiene usted algo que tratar con nosotros?

Silanti ordenó no sé qué en su fisionomía, y el rostro adquirió repentinamente un aire serio, que inspiraba confianza.

-Pues fíjate qué historia. Yo soy un hombre trabajador y tú tienes trabajo: no hay más que hablar...

-¿Y usted qué sabe hacer?

-Pues, según se dice: si aquí no hay capital, el hombre puede hacerlo todo.

Se echó a reír súbitamente con una risa franca y alegre. Los muchachos se rieron igualmente contemplándole y yo también me eché a reír. A los ojos de todos estaba claro que había motivos fundados para reírse.

-¿Y usted sabe hacer de todo?

-Pues se puede considerar que todo... Fíjate qué historia -manifestó, algo confuso ya, Silanti.

-Pero ¿qué precisamente...?

Silanti comenzó a enumerar, doblando los dedos:

-Labrar, y rastrillar, y cuidar de los caballos y de toda clase de animales, según se dice, hacer las cosas domésticas: como carpintero, como herrero, como fumista. También soy albañil y puedo trabajar de zapatero. Y, según se dice, sabré construir, si es preciso, una jata y degollar un cerdo. Solamente no sé bautizar niños; nunca he tenido ocasión.

Otra vez se echó a reír estruendosamente, limpiándose las lágrimas: tanta risa le daban sus palabras.

-¿No ha tenido usted ocasión? ¿De veras?

-Para eso no me han llamado ninguna vez, fíjate qué historia.

Los muchachos se reían francamente a carcajadas, y Toska Soloviov chilló, alzándose de puntillas hacia Silanti:

-¿Por qué no le han llamado nunca, por qué?

Silanti dejó de reír y, como un buen maestro, comenzó a explicar a Toska:

-Pues, amigo, fíjate qué historia: cada vez que hay que bautizar a alguien creo que van a llamarme. Pero después aparece uno más rico que yo, y no hay más que hablar.

-¿Tiene usted documentos? -pregunté a Silanti.

-Tenía un documento; lo tenía hace poco aún. Fíjate qué historia: no tengo bolsillos y el papel se me ha perdido, ¿comprendes? Pero ¿para qué necesitas un documento si me tienes a mí de cuerpo entero? Fíjate, ¡vivito ante ti!

-¿Dónde ha trabajado usted antes?

-¿Cómo dónde? Entre la gente, ya lo ves; he trabajado entre la gente. Entre diversa gente: buena y mala, fíjate qué historia. Estoy diciendo las cosas como son: ¿para qué ocultarlas? Entre diversa gente.

-Dígame la verdad: ¿ha robado usted?

-A eso te contestaré claramente: no me he visto obligado. Aquello que no he hecho, de verdad lo digo: no lo he hecho. Fíjate qué historia.

Silanti me miraba turbado. Creo que le parecía que otra respuesta me hubiera sido más agradable.

Se quedó a trabajar con nosotros. Intentamos mandarle como ayudante a Shere para la ganadería, pero aquí no obtuvimos nada. Silanti no reconocía la menor limitación en la actividad humana: ¿por qué el hombre podría hacer una cosa y otra no? Esta es la razón de que hiciese en la colonia todo lo que consideraba necesario y cuando lo consideraba. Contemplaba sonriendo a todos los jefes, y sus órdenes le entraban por un oído y le salían por el otro, lo mismo que un discurso en un idioma extranjero. En el transcurso de una jornada se las arreglaba para trabajar en la cuadra, en el campo, en la porqueriza, en el patio y en la fragua, y asistir a las reuniones el consejo pedagógico y del Soviet de jefes. Poseía un talento extraordinario: determinar por medio del olfato el sitio más peligroso de la colonia y aparecer inmediatamente en él como persona responsable. Negando la institución de la obediencia, estaba siempre dispuesto a responder de su trabajo y en cualquier momento se le podía reprender y atacar por sus errores y sus reveses. En tales casos se rascaba la calva y movía, desalentando los brazos:

-Efectivamente, aquí, según se dice, nos hemos armado un lío, fíjate qué historia.

POEMA PEDAGÓGICO, SEGUNDA PARTE. Páginas 250 a 252.

Para descargarte el Poema Pedagógico en pdf:
https://frentepopular.files.wordpress.com/2009/11/poemapedagogico.pdf
Para leerlo en la web:
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/pedagogia/makarenko/indice.html