miércoles, 6 de mayo de 2020

¿Quién soy yo como docente?

Ahí andaba yo buscando una excusa para retomar el ritmo en este blog al que, aunque no lo parezca, le tengo bastante cariño porque me trae a la memoria cosas importantes que me han ido pasando... y fíjate por dónde, esta semana he empezado a hacer el curso online ¿Transversalización en la Universidad?. Promoción de la ética profesional y la sostenibilidad mediante la inclusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impartido por Francisco Zamora, José Moreno, Luis Espejo y Mario Corrales en el campus virtual de la Universidad de Extremadura (dentro de los cursos del G9).

Para arrancar el curso, nos han pedido un texto que más o menos responda a estas cuestiones, que podamos conectar con las cuestiones éticas de nuestra profesión docente:

1. ¿Quién soy yo como docente? ¿Qué características puedo destacar de mi ejercicio profesional?

2. ¿Estoy satisfecha con mi labor como profesor?

3. ¿Qué podría motivarme para dedicar pasión y esfuerzo a la tarea docente?

4. ¿Cómo preveo el resto de mis años de enseñanza?


Y nada, voy a aprovechar para traer aquí algunas cosas que escribí aquí y allá para coser algo que se aproxime a una respuesta.

(Nota: hay una 5ª pregunta, que he desarrollado en la siguiente entrada, aquí)

QUIÉN SOY YO

Fuente: Tenor

No en la primera sino en la última
página de la crónica es donde está
escrito el nombre verdadero del hé-
roe; y no al comenzar sino al acabar
la jornada, es cuando acaso pueda
decir el hombre cómo se llama.

(...)

Oíd,
gritan desde la torre sin vanos de la frente:
¿Quién soy yo?
¿Me he escapado de un sueño
o navego hacia un sueño?
¿Huí de la casa del Rey
o busco la casa del Rey?
¿Soy el príncipe esperado
o el príncipe muerto?
¿Se enrolla
o se desenrolla el film?
Este túnel
¿me trae o me lleva?
¿Me aguardan los gusanos
o los ángeles?
Mi vida está en el aire dando vueltas.
¡Miradla, filósofos, como una moneda que decide! ¿Cara o cruz?
¿Quién quiere decirme quién soy?
¿Oísteis?


León Felipe (1967)


Entre el estructuralismo que tan bien queda reflejado en Alicia y la lógica aristotélica que arrastramos desde hace tanto... es difícil romper con el individualismo, el egoísmo o la fragmentación del yo. El principio de identidad dice que yo soy idéntica a mí misma; el principio de contradicción (o de no contradicción), que no puedo ser y no ser al mismo tiempo; y el principio del tercero excluido, que o soy, o no soy, que las dos cosas a la vez no pueden ser.

Esta posición nos aísla porque parece que solo podemos ser lo que vemos reflejado en el espejo, sin pensar que el espejo pueda estar encantado o que puede ser atravesado, o romperlo en mil pedazos.

Pasar de la lógica aristotélica y del estructuralismo, al pensamiento complejo significa, en la práctica, no separar tu vida en cajoncitos de "soy profe de", "soy madre de", "soy amiga de", "soy amante de", "soy clienta de"... y estar donde se está con quien se está con cuerpo, corazón y cabeza, sin estar por encima ni por debajo de nadie. Y para estar donde se está con quien se está no hay mapas, ni programas, ni hojas de ruta, ni curriculums, ni soluciones prefabricadas. Por eso, una de las primeras cuestiones que empecé a trabajar desde que me junté con la gente de UNILCO-espacio nómada y el Colectivo de Ilusionistas Sociales fue cómo trabajar en docencia sin objetivos a priori. Eso no significa trabajar sin objetivos, sino que la manera más ética de estar con quien se está tendría que ser comprendiendo a la gente (la ética de la comprensión que planteó Edgar Morin en 2001).

Desde entonces, que fue allá por 2014, que me parece ya lejísimos aunque en realidad es muy poco tiempo teniendo en cuenta que empecé con esto de la docencia como en 1986, puede decirse que es poco el tiempo que llevo trabajando de esta manera. En este post expliqué un poco cómo fue este proceso de transformación docente, del que rescato este fragmento:

La gran diferencia es que hasta ahora, aunque he sido siempre una docente implicada y comprometida, había una separación entre "lo que era yo" y "mi rol profesional", por lo que siempre he sentido entusiasmo, pasión por mi trabajo, ganas de hacerlo mejor... pero había una brecha entre mi trabajo y yo (se supone que es eso "ser profesional", ¿no?). Ahora, en cambio, todo está conectado (cada vez más) y por eso, no se trata de una u otra metodología, sino de cómo vivo la docencia y que mi trabajo es parte de mis sentires y no es solo un hacer y un pensar. Por eso también me resulta muy doloroso a veces, muy alegre otras... ha dejado de ser mi experiencia docente para ser mi experiencia vital.

En este proceso, he pasado de hablar en singular a hablar en singular y plural, 1ª, 2ª y 3ª persona. Como cuento en este post titulado Improvisando:

Lo estamos haciendo todo entremezclándonos estudiantes, docentes, maestr@s, investigador@s... bueno, en realidad no SOMOS "estudiantes, docentes, maestr@s, investigador@s..." sino que somos gente con ganas de hacer cosas con gente, de investigar, de construir saberes, de compartir, de relacionarnos de forma horizontal...

¿Quién soy yo?... ¿Me he diluido acaso en ese nosotr@s?

En cuanto que trabajo en una institución, además no en cualquier institución sino en una estructura medieval, estamental, no trato de transformar la estructura ni de democratizar su gobernanza. Son cimientos muy difíciles de quebrar, y si surge un momento histórico en el que pueda transformarse, tal vez en ese momento ayudaremos con un empujoncito.

A lo sumo, lo que hacemos es flexibilizar las estructuras, buscar una grieta. "No es que nos quedemos suspendidos en la nada, sino que al aflojar lo que está tirante, aparecen oquedades en las que nacen cosas inesperadas, como en el recoveco de un edificio donde se retiene un charquito de agua y brota una higuera, sigue siendo un edificio pero el olor de la higuera inunda la ropa tendida y te arranca una sonrisa cuando te asomas a la ventana y tu vecina te ve de otra manera, porque te mira justo en ese instante" (Encina y Ávila, 2010, p.97-98).

En esa flexibilización, la institución me coloca una y otra vez en mi posición jerárquica, me dice quién soy yo, y me dice que si soy docente no soy discente, que lo uno o lo otro; también, que la justicia docente se trata de que haga lo mismo con todo el alumnado, así, en singular, el alumnado. Que lo ético es tratar a todos y todas por igual. Que lo más importante de mi trabajo es el éxito de los aprendizajes. Y que programe, programe, programe... ingeniería de competencias, competencia-tarea-resultado de aprendizaje, competencia-tarea-resultado de aprendizaje...

Si programo, me programo y programo al alumnado para que actúe según el programa programado. Si no actúa según el programa, es un mal funcionamiento del sistema, un error, hay que repararlo.

Yo, yo, yo... yo y vosotros, yo y el alumnado. Yo decido, vosotros ejecutáis, yo evalúo. La lógica. Yo sé más, por lo tanto, vosotros sabéis menos.

En cambio, si trabajamos las identificaciones en lugar de reforzar las identidades, nos vamos encontrando y vamos abriendo hacia la construcción colectiva de pensares, sentires y haceres. En lugar de trabajar los diversos empoderamientos que refuerzan la identidad, lo que trabajamos es el desempoderamiento (Encina & Ezeiza, 2017).

Soy con quien me junto.

A nosotr@s nos ayuda trabajar teniendo en cuenta la matriz sociocultural, que configura nuestra cosmovisión, que es individual pero que está mediada social y culturalmente. La matriz partiría de cuatro elementos clave: género, edad, etnia y clase social/cultura del trabajo, y que se ve matizada por dos más: la adscripción de lugar (dónde vivimos y por dónde nos movemos) y la adscripción asociativa (si pertenezco a una asociación, un club, una agrupación política, una religión...). La cosmovisión es la forma de comprender el mundo, y va cambiando a lo largo de la vida. No hay que explicarlo en sentido simple sino complejo.

Por ejemplo:

¿soy una mujer? ¿puedo ser y no ser mujer al mismo tiempo? puede decirse que sí, puesto que el ser mujer no es una característica estrictamente estructural, un sí-no, sino que es un punto muy importante desde el que veo el mundo y que me ayuda a encontrarme con otras mujeres en algunos momentos, a identificarme con ellas por el hecho de "ser mujeres" (sororidad).

Es algo así como pasa con la edad: no se trata de que tenga 48 años como una característica importante de quién soy yo, sino que es algo más fluído que me hace identificarme con gente con la que he compartido momentos históricos y procesos biológicos y culturales. Por ejemplo, el momento de vivir la menopausia hace que el género y la edad cobren una importancia diferencial de otros momentos de la vida.

Mi ubicación étnica me sitúa en que "soy euskaldun", formo parte de un entorno en el que la etnia tiene gran fuerza identitaria y por eso me siento identificada con personas que hablan euskera por el solo hecho de que lo hablen.

Y así, y ahí quería ir, formo parte de una cultura del trabajo: el "ser docente". Al haber comenzado a dar clases muy joven hace que esta cultura del trabajo esté muy profundamente enraizada en mí, tanto que muchas de las cosas que pasan en el mundo las paso por el filtro de la educación o de la docencia. ¿Crisis climática? -> ¿Cómo trabajarlo en clase?; ¿Machismo? ->¿Cómo trabajarlo en clase?; ¿Edadismo? -> ¿Cómo trabajarlo en clase?; ¿Racismo? ->¿Cómo trabajarlo en clase?;¿Clasismo? ->¿Cómo trabajarlo en clase?; ¿Pandemia?->¿Cómo trabajarlo en clase?; y así todo. Me siento identificada con muchas docentes solo por el hecho de serlo.

¿Qué pasa con la clase social? Pues que la gran mayoría del profesorado o de las personas que conformamos la cultura del trabajo de la docencia, pertenecemos a una clase social media, pequeñoburguesa o burguesa. Esto hace que nos identifiquemos con otras personas burguesas con las que compartimos aspiraciones, y que incomprendamos el resto de clases.

Como ideológicamente estoy en contra del clasismo (igual que estoy en contra del machismo, del racismo, del edadismo o de la destrucción del entorno natural), no me preocupa demasiado incomprender a las altas esferas, pero sí las dificultades para generar identificaciones con la gente, quien se mueve en las culturas populares.

Así, trato de trabajar, en docencia, en investigación, en mi vida cotidiana, formas de encontrarme con la gente, de ayudar en la dinamización de las identificaciones que van surgiendo, de comprender mejor a quienes tienen otras cosmovisiones, todo lo que ayude a ir hacia una sociedad convivencial (en sentido que proponía Iván Illich en 1978) en la que la construcción colectiva y la ayuda mutua nos ayude a vivir viviendo, en armonía con el entorno social y natural.
Tomado de internet y modificado por Javier Encina (2016)

Así empieza mi tesis, que defendí en 2015:

... Y entonces, Alicia despertó en Kansas....
Y comprendió que la vida no estaba en los sueños,
ni siquiera en los caminos de baldosas amarillas...
comprendió que la vida está en eso que hacemos con la gente
con la que nos vamos encontrando en la vida.

Porque Alicia no cambia, sigue siendo la misma aunque vaya confrontando con quien se encuentra; mientras que Dorothy se va encontrando con otra gente, y así, van viviendo, conviviendo y entrelazándose, y todos los personajes cambian a lo largo del proceso, construyendo colectivamente formas de ayuda mutua (¡gracias, Javi, por esta nueva reflexión!). Algo conté en este post sobre esta cuestión...

En esta escena se ironiza con gran delicadeza y humor el juego de la Universidad frente a las formas de hacer de las culturas populares: https://youtu.be/cCkowyTBrps



Referencias bibliográficas

Encina, Javier & Ávila, Mª Ángeles (2010). El ilusionismo social: más allá de la última frontera metodológica. En J. Encina, M.A. Ávila y B. Lourenço (coord.), Las culturas populares. Sevilla: Atrapasueños.

Encina, J., Ezeiza, A. (2017). Desempoderamiento educativo. Una introducción. En Javier Encina y Ainhoa Ezeiza (coord.), Sin poder. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana (pp. 253-299). Guadalajara (España): Editorial Volapük.

Felipe, León (1967). Libro VI. ¿Quién soy yo?... ¿Cara o cruz?. En Ganarás la luz. México: Biblioteca León Felipe. Colección Málaga, S.A., México, colección publicada gracias al trabajo de Rafael Giménez Siles. https://laliteraturaesuntesoro.blogspot.com/2017/04/quien-soy-yo.html

Illich, Iván (1978). La convivencialidad. Ocotepec (México): CIDOC.

Morin, Edgar (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Barcelona: Paidós.


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